Por Paco Vílchez, Psicólogo y Jefe de Estudios del Centro Andaluz de Estudios y Entrenamiento de Granada.
Para producir una personalidad humana son necesarios tanto una dotación genética apropiada como un ambiente que favorezca los aprendizajes necesarios para ello.
Con el término socialización hacemos referencia a los procesos mediante los cuales un individuo se convierte en un miembro idóneo de su sociedad, con palabras de Vander Zanden, la socialización es el proceso por el cual los individuos, en su interacción con otros, desarrollan las maneras de pensar, sentir y actuar que son esenciales para su participación eficaz en la sociedad. Destacamos el término interacción para indicar que la socialización es un proceso de carácter bidireccional, el sujeto no es un mero receptor pasivo de las influencias del medio, sino que también él es un agente influyente. Se trata pues del proceso de aprendizaje e interiorización de la estructura social en la que el individuo se encuentra inmerso, al objeto de que éste participe eficazmente en la misma.
Según lo expuesto, la socialización realiza dos aportes fundamentales para el desarrollo psíquico y social. En primer lugar, suministra las bases para la participación eficaz en la sociedad, posibilita el que el organismo humano se adapte a su medio social, haciendo suyas las formas de vida prevalentes en éste a fin de poder gobernar y moldear su propio destino. En segundo lugar, la socialización torna posible a la sociedad; a falta de aquélla, ésta no podría perpetuarse más allá de una sola generación, y no habría cultura. Mediante el proceso de socialización gran cantidad de organismos pueden amoldar sus respectivos cursos de acción a los de los demás, a través de definiciones compartidas de la situación.
La socialización humana presupone la existencia de una dotación genética y de un ambiente apto para el aprendizaje e interiorización de una determinada estructura social. Hay aprendizajes (como el del lenguaje humano) que requieren que poseamos determinadas predisposiciones biológicas y un medio que suministre posibilidades de aprender.
En conclusión, no somos humanos desde que nacemos (sólo poseemos la capacidad potencial de llegar a serlo), devenimos humanos a través del proceso de socialización que comprende a grandes rasgos dos clases de fenómenos: a) el modo en que una persona se vuelve capaz de participar eficazmente en la sociedad, y b) el modo en que es posible la sociedad.
Comprender el comportamiento social exige una visión holística e integradora del ser humano, donde los dominios de análisis (Sapsford, 1998) vayan desde lo más personal hasta lo más societal. En este orden, distinguiremos la atribución, la cognición social, el altruismo, la atracción interpersonal, la influencia social, la socialización grupal, el pensamiento grupal, el conflicto grupal y la conducta colectiva.
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